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domingo, 17 de mayo de 2015

Políticos sin alma



En política parece que las cosas cambian, eso nos dicen los medios de comunicación, pero realmente es una gran mentira.

Tenia yo 18 años, cuando vote por primera vez y también por última. Ahora habrá quien piense, que soy un fuera del sistema, que no participa en los procesos democráticos, que tanta suerte tenemos de poder ejercer, y que nos garantiza la elección democrática de nuestros representantes políticos.



Bueno, pues mi opinión, es distinta. Creo que la política, en España en concreto, está en estado de descomposición, pero no ahora, sino más bien, desde hace años, por ese motivo la situación de ahora está más agravada si cabe, por todos estos años de políticos insensatos e inmorales y con una falta total de compromiso hacia los ciudadanos que les han votado.
Estas personas metidas a política sin vocación de servicio a la ciudadanía, sin empatía hacia los problemas que preocupan y afectan al ciudadano.
Pero eso si, una gran vocación por enriquecerse, y un gran servicio para sus  amigos y las empresas de estos, y también para familiares. 

Utilizar el dinero público para gastos que aparte de desorbitados e innecesarios  son moralmente imperdonables, cuando se está pidiendo a la ciudadania, un esfuerzo extra, y se les esta sometiendo a estrictos recortes, dentro de un estado de bienestar que se va desmontando.

Y con todo este panorama, aparecen dos nuevos actores en escena. Para salvarnos de toda esta situación, apocalíptica, cuyo hedor a azufre, ya casi no nos deja pensar con claridad.
Los nuevos mesías, que emergen entra la multitud, descontenta, indignada y engañada por una clase política, que solo hace, lo que les interesa a ellos mismos para perpetuarse en el poder y seguir saqueando este país, descarada y desvergonzadamente, casi riéndose a la cara de los ciudadanos.
Todo esto, en una Unión Europea, que de unión tiene poco y de europea solo guarda el nombre del continente al que pertenece.

Y aquí aparecen Podemos y Ciudadanos. Dos nuevas alternativas que nacen en inteligentes estrategias para aprovechar el descontento de un pueblo.
Parece una revolución. Pero, no lo es tanto.

Con este panorama, mi decisión después de trascurridos 22 años de mi primer voto, es no votar.
Ningún partido político merece mi desplazamiento a ningún colegio electoral.
Si no voto, tampoco tendré derecho a quejarme de quien me gobierna, pensaréis. 
No voto porque no me encuentro representado por ninguna de estas organizaciones y considero que el voto tiene que ser merecido y tiene que representar mi opinión frente a una sociedad mejor, con educación, sanidad y justicia pública y de calidad. Con la importancia que tienen ciertos  valores para hacer una sociedad en equilibrio con libertad, seguridad, oportunidades, diversidad, tolerancia, unidad, igualdad, compromiso, confianza, eficiencia, excelencia y con un alto nivel de empatía y comprensión hacia los problemas realmente importantes en una sociedad y no buscar los aspectos que nos enfrentan y nos diferencian.
Para los políticos solo hay dos tipos de personas, el rebaño adoctrinado y los enemigos. Unos son los que sistemáticamente les votan sin pensar, y los demás, los enemigos contra los que hay que meter miedo, el miedo es una de las mejores herramientas para manipular a las masas.

Pero a pesar de no votar, por no tener a quién hacerlo, escribo en este blog mi opinión, uso mi voz para mostrar mi indignación, porque no todos los  indignados somos iguales. Yo no me siento un incomprendido, solo soy de la clase de persona que piensa por si mismo.  Pero sin tener muchas opciones, después de todo, esto ya está organizado.

Me gustaría que no hubiera tantas mentiras, ni tanta manipulación, pero eso es demasiado pedir. 
De momento esto es lo que pienso. Y es que pensar y opinar por ahora está libre de pagar impuestos.



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